Atravesando un río lleno de memorias en su cauce, iba una niña, ave libertaria y herida, no pensaba sus pasos, solo caminaba dejándose llevar por el aroma de los pétalos que cubrían sus sentidos, iba hacía más flores que ocultaran su pecado.
Se sentía bien, dibujaba sonrisas al aire, y contaba las nubes que veía pasar.
A ratos dudaba de su cordura, a ratos se convencía de su locura.
Allí en el jardín, oculto entre rosas y eucaliptos la esperaba un colibrí, inquieto y veloz en sus movimientos.
La sorprendió, regalándole un beso y desapareció, la niña reía sorprendida de la audacia del picaflor, trato de buscarlo pero se había marchado, con la ultima nube que el viento sopló.
Dos aves sonríen en el bosque bajo el lienzo azul y despejado del cielo, entre aromas a yerba, murmullos de besos, y pétalos esparcidos a la orilla del río.
Se sentía bien, dibujaba sonrisas al aire, y contaba las nubes que veía pasar.
A ratos dudaba de su cordura, a ratos se convencía de su locura.
Allí en el jardín, oculto entre rosas y eucaliptos la esperaba un colibrí, inquieto y veloz en sus movimientos.
La sorprendió, regalándole un beso y desapareció, la niña reía sorprendida de la audacia del picaflor, trato de buscarlo pero se había marchado, con la ultima nube que el viento sopló.
Dos aves sonríen en el bosque bajo el lienzo azul y despejado del cielo, entre aromas a yerba, murmullos de besos, y pétalos esparcidos a la orilla del río.