Caminaba las calles bajo el azul refrescante de la mañana,
Intentando recordar un sueño que aun estremecía su piel
Era muy confuso, pero su intensidad había quedado dentro de si
No la abandonaba aquella sensación y quería revivirla.
Se dejaba llevar por el instinto, y avanzaba en los caminos
Impulsada por la curiosidad de lo que la esperaba en aquel lugar.
A lo lejos, vio del otro lado de la calle una vieja casita.
Sin pensar dirigió hacia allí sus pasos, y mientras se acercaba sentía
Que el cielo había derramado su color en la puerta y la ventana,
Que la vida había dejado huellas de madurez marcadas en su piel
Y sus cabellos se habían vuelto de algodón tras los embates del viento.
Ella siguió casi en trance, disimulando una sonrisa,
Tras pensar que la casita le guiñaba un ojo, y la invitaba a continuar.
Cuando estuvo allí, cerca, muy cerca de la puerta,
Se volvió y creyó ver la silueta de un hombre, con una cámara
Fotográfica capturando su encuentro con un sueño que aun intentaba atrapar.
Pero no…. ya no estaba, tan solo lo imagino.
La puerta de la antigua casita estaba entornada, esperándola en silencio
Y tentándola con aromas de café recién colado.
Arriesgándose, y apartando pensamientos que se enraizaban en su mente decidió entrar.
Inmediatamente la envolvió un sentimiento de calidez, de bienestar inmenso, de libertad y serenidad.
Siguiendo sus impulsos se descalzo, soltó su cabello y sintió una suave brisa que hacia ondular su vestido y erizaba su piel….
Siguió adelante y penetró en la garganta emparrada de un patio interior que la llevo al lugar mas hermoso jamás imaginado.
Brillaba con luz natural, y estaba distribuida a base de elementos naturales, plantas, troncos, que bañaban con sus aromas añejos
Los espacios por donde se sentía flotar.
De nuevo sintió la presencia muy cerca, pero no pudo ver de quien se trataba, no sentía temor alguno, pero se estremeció y tembló
Se detuvo un momento, prestó atención y dirigió su mirada hacia un rincón oculto por los helechos que nacían de rocas
Que brotaban de los cimientos de aquel lugar.
Allí estaba, mirándola, con ojos profundos y sonrisa tierna.
Era EL, el hombre del sueño, el del otro lado de la calle, el fotógrafo,
El que confundió con aroma a café,
El que logro que el cielo pintara con su azul la puerta que la atrajo,
El que se convirtió en brisa y la estremeció.
Se acerco y le tendió la mano, era todo tan real…….. Sin embargo no pudo sentir su contacto.
Estaba ahí, etéreo, intangible y confuso como en el sueño.
Siglos ya, habían pasado sobre él, pero su espíritu y el de la vieja casita habían logrado la comunión perfecta
Y de vez en cuando jugaban a ser magos y atraían a jóvenes soñadoras a descubrir que no son tan inocentes los sueños.
Intentando recordar un sueño que aun estremecía su piel
Era muy confuso, pero su intensidad había quedado dentro de si
No la abandonaba aquella sensación y quería revivirla.
Se dejaba llevar por el instinto, y avanzaba en los caminos
Impulsada por la curiosidad de lo que la esperaba en aquel lugar.
A lo lejos, vio del otro lado de la calle una vieja casita.
Sin pensar dirigió hacia allí sus pasos, y mientras se acercaba sentía
Que el cielo había derramado su color en la puerta y la ventana,
Que la vida había dejado huellas de madurez marcadas en su piel
Y sus cabellos se habían vuelto de algodón tras los embates del viento.
Ella siguió casi en trance, disimulando una sonrisa,
Tras pensar que la casita le guiñaba un ojo, y la invitaba a continuar.
Cuando estuvo allí, cerca, muy cerca de la puerta,
Se volvió y creyó ver la silueta de un hombre, con una cámara
Fotográfica capturando su encuentro con un sueño que aun intentaba atrapar.
Pero no…. ya no estaba, tan solo lo imagino.
La puerta de la antigua casita estaba entornada, esperándola en silencio
Y tentándola con aromas de café recién colado.
Arriesgándose, y apartando pensamientos que se enraizaban en su mente decidió entrar.
Inmediatamente la envolvió un sentimiento de calidez, de bienestar inmenso, de libertad y serenidad.
Siguiendo sus impulsos se descalzo, soltó su cabello y sintió una suave brisa que hacia ondular su vestido y erizaba su piel….
Siguió adelante y penetró en la garganta emparrada de un patio interior que la llevo al lugar mas hermoso jamás imaginado.
Brillaba con luz natural, y estaba distribuida a base de elementos naturales, plantas, troncos, que bañaban con sus aromas añejos
Los espacios por donde se sentía flotar.
De nuevo sintió la presencia muy cerca, pero no pudo ver de quien se trataba, no sentía temor alguno, pero se estremeció y tembló
Se detuvo un momento, prestó atención y dirigió su mirada hacia un rincón oculto por los helechos que nacían de rocas
Que brotaban de los cimientos de aquel lugar.
Allí estaba, mirándola, con ojos profundos y sonrisa tierna.
Era EL, el hombre del sueño, el del otro lado de la calle, el fotógrafo,
El que confundió con aroma a café,
El que logro que el cielo pintara con su azul la puerta que la atrajo,
El que se convirtió en brisa y la estremeció.
Se acerco y le tendió la mano, era todo tan real…….. Sin embargo no pudo sentir su contacto.
Estaba ahí, etéreo, intangible y confuso como en el sueño.
Siglos ya, habían pasado sobre él, pero su espíritu y el de la vieja casita habían logrado la comunión perfecta
Y de vez en cuando jugaban a ser magos y atraían a jóvenes soñadoras a descubrir que no son tan inocentes los sueños.
1 comentario:
Gracias.
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